Es el penúltimo paso de un calendario que, poco a poco, está expulsando a los coches más contaminantes de Madrid. El 1 de enero de 2024 entrará en vigor la zona de bajas emisiones (ZBE son sus siglas) más grande de la ciudad, una que abarca todo el municipio, y los coches sin etiqueta medioambiental —salvo los vehículos de mercancías y ciclomotores— no podrán entrar en territorio capitalino. Al menos, los que no estén empadronados en Madrid antes del 1 de enero de 2022 o los que no paguen aquí el Impuesto de Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM). El Ayuntamiento de Madrid concederá una suerte de tregua y, durante los primeros seis meses, la restricción se activará en fase de aviso.
Hasta el 30 de junio de 2024, los infractores cazados por alguna de las 464 cámaras que vigilan las vías madrileñas solo recibirán una carta informativa. Importante: si los conductores son interceptados por un agente de movilidad, entonces sí habrá sanción. Multa de 200 euros, la mitad en caso de que se abone en el periodo voluntario. La medida afecta a los vehículos A, aquellos sin etiqueta medioambiental, los gasolina previos al año 2001 y los diésel anteriores a 2006. Para las etiquetas B y C no hay, «ni habrá», prohibiciones nuevas, remarcan desde el ayuntamiento.
Hasta ahora, la nueva ordenanza de Movilidad Sostenible aprobada en 2021 ya vetaba el paso de los vehículos sin etiqueta a la almendra central —el mismo perímetro del primer Madrid Central de la exalcaldesa Manuela Carmena—, la Plaza Elíptica y el interior y todo el anillo de la M-30. Las 257 cámaras de tráfico de esta circunvalación empezaron a grabar el pasado septiembre, también en fase de aviso, pero esa excepción caduca el 14 de enero. Fuera de la M-30, el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad terminará de instalar las 207 cámaras restantes en los próximos días.
La concejalía ha financiado este ‘Gran Hermano’ del tráfico con los fondos europeos Next Generation, una subvención de 5,7 millones de euros procedente del Plan de Recuperación y Resiliencia de ayudas a municipios para la implantación de zonas de bajas emisiones. Estas normativas antihumos son obligatorias por ley, desde 2019, en las localidades españolas de más de 50.000 habitantes. Y el Gobierno de José Luis Martínez-Almeida ha diseñado la más grande de Europa, 604 kilómetros cuadrados, una superficie superior a las zonas de bajas emisiones de Bruselas (161 kilómetros cuadrados) y París (105 kilómetros).
La batalla contra el NO2
En Madrid, el tráfico rodado es el causante de más de la mitad de las emisiones de óxidos de nitrógeno que, junto a otros agentes contaminantes —como el dióxido de azufre (SO2), el amoníaco (NH3) o las partículas en suspensión de 2,5 micras (PM 2.5)—, acarrean importantes riesgos para la salud de los ciudadanos. En 2019, cuando Almeida consiguió el bastón de mando de Cibeles, el alcalde presentó su estrategia medioambiental Madrid 360, orientada a reducir los óxidos de nitrógeno (tanto NO como NO2), poniendo en la diana a los vehículos sin etiqueta con un mapa de restricciones hasta 2025. Porque un vehículo A contamina de media 1,6 veces más que los B; 7,2 veces más que los C y 47 veces más que los ECO.
Entre enero y octubre de este año, las emisiones de dióxido de nitrógeno (NO2) en Madrid han caído a sus niveles más bajos desde 2010. Según el valor medio hasta el mes de octubre, el punto negro de la contaminación madrileña, el que siempre superaba las líneas rojas marcadas por la Unión Europea, Plaza Elíptica, registraba 35 microgramos por metro cúbico (μg/m3), por debajo de los 40 μg/m3 que fija Bruselas y de los 39,77 μg/m3 de 2022. Fue el año pasado cuando, por primera vez, las 24 estaciones de medición de la capital no rebasaron —por los pelos— los límites europeos. Fue el pasado enero cuando Almeida celebró: «Madrid, por fin, respira».
Menos tránsito
El impacto de las zonas de bajas emisiones también se refleja en el parque automovilístico. Como publicó ABC en septiembre, los turismos con distintivo CERO se han multiplicado en la Comunidad de Madrid por 13 en apenas cinco años, de los 7.038 de 2017 hasta los 91.704 de 2022, según datos oficiales de la Dirección General de Tráfico (DGT). Mientras que los turismos sin etiqueta disminuyen: eran 964.105 en 2017 y 837.779 en 2022. Con la implantación del calendario restrictivo, el tránsito de vehículos A en el interior de la M-30, que suponía el 18% del total en 2019, ahora representa el 2,3%. Son 73.826 de los 3,2 millones de desplazamientos diarios detectados por el ayuntamiento.
Estas cifras municipales evidencian que, cada día, conducen por Madrid unos 2.000 vehículos sancionables, «ya que de media un vehículo es detectado por aproximadamente tres cámaras», sostienen desde el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad. Con la penúltima prohibición serán otros 700 más al día. Aunque el consistorio prevé una «corrección de la conducta durante los seis meses en fase de aviso del 50%, como ha ocurrido con las otras ZBE». El blindaje total se completará en 2025, cuando ningún vehículo A, ni siquiera los empadronados, pueda circular por Madrid.
ABC