Alemania elimina las ayudas a la compra de coches eléctricos

El Ministerio Federal de Economía y Protección del Clima alemán ha anunciado que no aceptará nuevas solicitudes de ayudas a la compra para vehículos eléctricos

El cese de las ayudas a la compra de coches eléctricos en Alemania ha sido una sorpresa para clientes y también para las marcas. El Gobierno podría haber anunciado la terminación para finales de año, pero ha preferido hacerlo de inmediato, dejando a muchos en la estacada. Te contamos los motivos que han precipitado la decisión.

Firme defensora de los coches eléctricos y de los combustibles sintéticos, esta semana hemos asistido a un hecho completamente inesperado en el continente europeo, pues Alemania ha decidido suprimir con efecto inmediato las ayudas a la compra de los coches de cero emisiones. El Gobierno Federal ha sorprendido a su ciudadanía que corre el riesgo de extenderse como la pólvora.

Los fabricantes se han visto obligados a asumir la subvención gubernamental, incluso participando algunos concesionarios, pero no todos, pues la marca no puede obligar a sumarse a la iniciativa. Otra cosa muy diferente sería con el modelo de agencia que algunos fabricantes ya han implementado. Hace poco que conocíamos que Suiza también había cesado las ayudas tras más de treinta años exentos, pero el primero fue Suecia.

Alemania ha regalado mucho dinero en las ayudas a los eléctricos

En parte, es el caso de Alemania, con gran parte del problema del propio gobierno y también de las marcas. El Gobierno Federal estuvo un tiempo subvencionando la compra de coches de bajas emisiones, híbridos y enchufables, quedando las ayudas exclusivamente en manos de los eléctricos, pero el análisis de los datos de las matriculaciones ha sido clave. Las ventas de eléctricos han ido en aumento en el mercado germano, pero los clientes siguen apostando por la gasolina y el diésel.

Y los precios de modelos eléctricos o de combustión, de igual segmento y categoría, son prácticamente los mismos. Un ejemplo: en Alemania, un BMW i4 eDrive35 con 286 CV cuesta 56.500 euros, mientras que un 430i Gran Coupé con 245 CV tiene un precio de 56.900 euros. Una diferencia de 400 euros con 41 CV menos. Dejando a un lado la autonomía, que también es clave, la administración alemana entiende que el interesado podría perfectamente dejar a un lado el modelo de combustión y llevarse el de cero emisiones, pero no ocurre así.

Y aquí es donde Alemania ha pecado. Por definición, «la ayuda se presta al que tiene necesidad», pero en un segmento en el que los coches cuestan más de 50.000 euros qué ayuda se necesita. Alemania se ha dado cuenta, después de mucho tiempo, que a este nivel los clientes pueden pagar un eléctrico de la misma forma que uno de combustión. Subvencionar modelos eléctricos de más de 40.000 euros ha sido un mayúsculo error, de los que da vergüenza dar explicaciones, por mucho que se trate de apostar por rebajar las emisiones.

La situación de Alemania no se puede extrapolar a otros países

La industria alemana no se ha quejado, y tampoco pueden hacerlo. Las marcas empezaron a lanzar coches eléctricos caros, principalmente porque el margen de beneficio es mayor, y segundo porque siempre han mantenido una máxima con cualquier tecnología: «es demasiado cara, llegará a segmentos inferiores con el tiempo». Lo ocurrido en Alemania es un contratiempo para la UE. El gran problema es que la situación de Alemania, Suiza o Suecia no se puede extrapolar a otros, porque su renta, los ingresos y el nivel de vida no es el mismo, y estos sí necesitan ayudas, pero sin caer en el error alemán.

Motor.es

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