“No estamos cumpliendo las expectativas de 2024”. Así resumía Carlos Tavares, el mandamás de Stellantis, el desempeño del consorcio en la primera mitad de 2024. El beneficio neto cayó un 50 %, con un mercado clave especialmente afectado: el de EEUU.
El objetivo de Tavares ahora pasa por impulsar un mercado clave muy deteriorado y no ha dudado en emprender un viaje de emergencia a Detroit en medio de sus vacaciones para intentar mejorar la situación. Los expertos creen que “las cosas están empezando a desmoronarse” y no tienen muy claro qué es lo que está ocurriendo.
“He sido arrogante”
Las cosas no están yendo bien a Jeep, Ram, Chrysler, Dodge y Fiat en EEUU: han visto cómo sus ventas se reducían un 21% en el segundo trimestre, aderezado con una espantada de altos ejecutivos y recortes de empleos. “En lo que respecta al grupo Stellantis, la situación se ha deteriorado”, explica a Detroit Free Press el analista John McElroy. “Todo parecía brillante hasta finales del año pasado y ahora las cosas están empezando a desmoronarse”.
Los especialistas no entienden muy bien qué está pasando, aunque se habla de un mal ambiente laboral en medio de una estrategia de reducción de costes: “El hecho de que hayan perdido a tantos altos ejecutivos demuestra que es una situación lamentable”, recalca McElroy. Tanto de la parte de los accionistas como de los sindicatos -que amenazan con huelga- ven el origen del problema en Tavares, su gestión y su sueldo astronómico. El año pasado obtuvo una compensación de 40 millones de dólares, un aumento del 56% respecto al año anterior y que supone unos 100.000 euros al día.
También se achaca a una línea de productos “obsoleta”, altos inventarios y a retrasos que Tavares trata de frenar centrándose en Jeep. El directivo, que calificó los resultados del primer semestre de Stellantis como “humillantes”, dijo que la firma sufrió una combinación de altos inventarios de vehículos, problemas de fabricación y una falta de “sofisticación” en la forma en que abordó el mercado local, y busca con su viaje a Detroit “desarrollar una estrategia para solucionar las dificultades que atraviesan las operaciones norteamericanas del fabricante de automóviles europeo y tranquilizar a los empleados e inversores”, explican fuentes cercanas a Reuters.
Lo cierto es que Tavares se ha culpado a sí mismo de los malos resultados en EEUU, asegurando que fue “arrogante”, y la única salida que ven los analistas es la de la disciplina financiera: aumentar las ventas sin perder márgenes de beneficios y efectivo. El daño colateral serán los puestos de trabajo.
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