El fabricante sueco, miembro del grupo chino Geely, ha comunicado el abandono de su objetivo de vender automóviles totalmente eléctricos para el final de la década. La automovilística se ha marcado como nueva meta que entre el 90% y el 100% de ventas globales para 2030 consistan en vehículos electrificados, categoría que incluye a los modelos completamente eléctricos y a los híbridos enchufables. Este movimiento llega en la misma semana en la que Volkswagen ha comunicado sus planes para cerrar fábricas en Alemania, ante las dificultades vinculadas, entre otros factores, a la inesperada ralentización de la demanda del coche eléctrico.
En un comunicado, Volvo ha explicado que el 10% restante del volumen será de un número limitado de modelos híbridos suaves, en caso de ser necesario. Esto reemplaza la ambición anterior de la compañía de que su gama fuera completamente eléctrica para 2030, convirtiendo a la marca en el último fabricante en dar marcha atrás en sus ambiciones en materia de vehículos eléctricos debido a la disminución de la demanda de este tipo de coches.
Además, Volvo ha indicado que se espera que el porcentaje de productos electrificados se sitúe entre el 50% y el 60%. Asimismo, antes de que acabe esta década, la marca avisa de que dispondrá de una gama completa de vehículos totalmente eléctricos, lo que le permitirá dar el salto a la electrificación total “cuando las condiciones del mercado sean adecuadas”.
Con este movimiento, la compañía sueca espera reforzar su posición, teniendo en cuenta que su cuota en el mercado de vehículos 100% eléctricos fue del 26% durante el segundo trimestre de 2024, mientras que en el de eléctricos e híbridos enchufables fue del 46%. En este sentido, Volvo cuenta cinco vehículos totalmente eléctricos ya en el mercado, como el EX40, el EC40, el EX30, el EM90 y el EX90, y tiene, además, otros cinco modelos en desarrollo.
Paralelamente, la empresa también está actualizando sus ambiciones en materia de reducción de CO2. Para 2030, Volvo pretende haber reducido las emisiones de CO2 por automóvil entre un 65% y 75% en comparación con la base de referencia de 2018, lo que supone un ajuste a la baja de su ambición de reducción anterior del 75%. Para 2025, la compañía aspira a una reducción del 30-35% respecto a la base de 2018, en lugar del objetivo anterior de una reducción del 40%.
El Economista