Barcelona continúa con la tendencia positiva y sigue mejorando su calidad del aire. Esa es la buena noticia. Por segundo año consecutivo todas las estaciones de medición cumplen los límites actuales marcados por Europa y son los mejores datos desde que se tienen registros. Por contra, la ciudad todavía supera los niveles recomendables establecidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a fecha de hoy algunas estaciones, como las del Eixample, de Gràcia-Sant Gervasi o Poblenou superarían los nuevos parámetros más estrictos aprobados por Europa que entrarán en vigor en el 2030.
El gobierno municipal del alcalde socialista Jaume Collboni ha avanzado hoy los datos del informe sobre la calidad del aire en Barcelona durante el año pasado y achacó este descenso a las políticas de movilidad municipales impulsadas estos últimos años. La primera teniente de alcaldía de Urbanismo, Laia Bonet, indicó que medidas como la puesta en marcha de la zona de bajas emisiones (ZBE), la renovación del parque de vehículos cada vez menos contaminantes o el mayor uso del transporte público han contribuido a reducir la polución en la capital catalana. Bonet aseguró que “vamos por el buen camino” en un contexto de crecimiento económico y de población por lo que destacó que la ciudad puede seguir creciendo y hacerlo de forma “más sostenible”.
Para medir la calidad del aire, Barcelona dispone de diferentes estaciones repartidas por la ciudad que tiene en cuenta contaminantes atmosféricos como el dióxido de nitrógeno (NO2), procedente sobre todo del tráfico rodado, y las partículas en suspensión PM, condicionadas por aspectos meteorológicos y ambientales – como el polvo de arena o incendios forestales- así como de la actividad humana – como el tráfico o las obras-. Todas las estaciones de la ciudad, excepto la de Vall d’Hebron, registraron descensos.
Si se analizan las que miden el tráfico, el promedio se situó en 30 microgramos por metro cúbico de NO2 el año pasado. Una de las zonas con más contaminación, asociada a un mayor tráfico rodado, son las calles del Eixample. La estación de este distrito tuvo los niveles más altos, con una media de 33 microgramos por metro cúbico de NO2 en el 2024, dos menos que el año anterior. Por su parte, la estación de Gràcia-Sant Gervasi mantuvo esta dinámica positiva con 27 microgramos por metro cúbico de N02 el año anterior, dos menos también que en el 2023. En cuanto a las partículas PM10 todas las estaciones también mejoraron sus resultados tal como demuestran los datos recabados por la Agència de Salut Pública de Barcelona.
Los límites actuales
El límite actual de dióxido de nitrógeno fijado por la Unión Europea es de 40 microgramos por metro cúbico, una cifra que se reducirá en el 2030 a la mitad mientras que lo deseable para la OMS es de 10. Para las partículas PM10 la medida europea hoy en día es de 40 microgramos por metro cúbico y en cinco años será de 20 y la OMS aconseja no incrementar los 15.
Los datos sobre la contaminación presentados hoy son los mejores desde que se monitorizan en la ciudad de Barcelona. Los primeros registros datan de 1970, que luego evolucionaron por unos más completos con estaciones automáticas en 1986 y desde 1996 se dispone de los datos de la actual red de medición.
Pese a la mejora de los resultados, los expertos alertan de que el impacto perjudicial de la contaminación en la salud todavía es importante por lo que la ciudad dispone aún de margen de mejora en este ámbito. Para ello, Bonet detalló que acelerarán distintas medidas dentro del Plan Clima para hacer frente a la crisis climática y apostó por continuar evolucionando la ZBE con “una mirada metropolitana”.
Por su parte, la concejal de Salud, Marta Villanueva, recordó los efectos perjudiciales de la mala calidad del aire en la salud de las personas. Villanueva afirmó que la exposición crónica a la contaminación aumenta el riesgo de sufrir enfermedades a lo largo de la vida, como las respiratorias o cardiovasculares. La concejal también dijo que la mortalidad atribuible a los niveles de contaminación se redujo un 32% en 2023 en comparación con los años 2018-2019, lo que significó unas 500 muertes menos. “Cuando actuamos en la mejora de la calidad del aire, también mejoramos la salud de los ciudadanos”, concluyó la concejal.
La Vanguardia