«Éramos líderes industriales y ahora dependemos de China», la crítica severa del máximo responsable de Repsol

El sector del automóvil en Europa ha atravesado una etapa especialmente convulsa en los últimos años. Desde el escándalo del Dieselgate, los vehículos con motor de combustión interna —especialmente los impulsados por diésel— han sido objeto de críticas constantes, particularmente por parte de responsables políticos y defensores de la movilidad eléctrica.

A esta situación se han sumado diversos desafíos: la pandemia, el encarecimiento del gas, la escasez de suministros, dificultades logísticas y el aumento del precio de los combustibles. Como punto culminante, se suma la normativa europea que vetará a partir de 2035 la venta de vehículos con propulsión térmica. Todo ello en un contexto marcado también por la creciente presencia de fabricantes chinos en el mercado europeo.

A lo largo del tiempo, las normativas comunitarias —especialmente en lo que respecta a las emisiones de dióxido de carbono— han sido objeto de críticas y solicitudes de flexibilización. Algunas de esas presiones han dado resultado, según recuerda Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol y exdirigente del PNV, quien ha manifestado una postura abiertamente crítica hacia la estrategia medioambiental de Bruselas y el trato que se ha dado a la tecnología diésel.

«La ideología se ha impuesto a la tecnología», ha sentenciado Imaz en referencia a lo que considera una política excesivamente restrictiva y guiada por postulados ecologistas más que por criterios técnicos.

El diésel, en el punto de mira

Para muchos expertos y voces del sector, las decisiones adoptadas por las instituciones europeas han resultado coercitivas, especialmente en un momento de incertidumbre económica y de acceso limitado a los vehículos eléctricos, tanto por precio como por infraestructuras.

«Contamos con un parque automovilístico envejecido, la actividad industrial está en declive y los ciudadanos no saben qué coche elegir», ha denunciado Imaz, quien defiende que la elección del vehículo debe ser una decisión personal y no una imposición ideológica.

Durante su intervención en el XVIII Foro Empresarial de Guipúzcoa, el CEO de Repsol alertó sobre la «sobrerregulación» y las políticas ambientales extremas, y subrayó que un automóvil diésel moderno puede generar menos emisiones de CO2 en todo su ciclo de vida que un eléctrico.

«Un diésel actual contamina menos en términos de carbono que un coche eléctrico si se considera todo su proceso de producción y uso», explicó, defendiendo que se permita a los ciudadanos sustituir sus vehículos antiguos por otros diésel más eficientes y avanzados tecnológicamente.

Replanteando la huella ecológica

La discusión sobre el impacto climático de cada tipo de vehículo sigue abierta. Es cierto que los modelos diésel antiguos tienen una mayor carga contaminante, pero también lo es que las versiones más recientes han incorporado mejoras tecnológicas que reducen notablemente sus emisiones.

Respecto a los coches eléctricos, Imaz puso el foco en las emisiones generadas durante su fabricación, especialmente en la producción de baterías, así como en el consumo eléctrico a lo largo de su vida útil. En su opinión, Europa debería apostar por una estrategia «tecnológicamente neutral», en lugar de aplicar políticas centradas exclusivamente en una visión ecológica determinada.

El directivo lamentó que se haya perdido la oportunidad de renovar el parque automovilístico nacional con vehículos de combustión más limpios, y aplaudió las iniciativas que permiten adquirir coches nuevos —independientemente de su tipo de motorización— como ocurre en el País Vasco.

Una advertencia al futuro del motor

«El motor de combustión era el pilar de nuestra industria y lo hemos entregado a la tecnología china», advirtió Imaz, en referencia a la creciente dependencia de fabricantes asiáticos. Para él, el camino a seguir debe fomentar una transición equilibrada, sin perjudicar a la industria europea del automóvil. Concluyó lanzando una previsión: «En 2050, la mitad de los coches aún funcionará con motores de combustión interna».

Fuente | motor.es

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