El debate sobre el futuro del motor de combustión en Europa vuelve a dividir al sector. Hace unos días, el Gobierno de España, junto con Francia, firmó una carta dirigida a la Comisión Europea en la que reafirma su compromiso con la hoja de ruta comunitaria: poner fin a la venta de coches nuevos con motor de combustión en 2035, lo que incluye tanto los vehículos de gasolina y diésel como los híbridos e híbridos enchufables.
Mientras tanto, otros países, entre ellos Alemania e Italia, defienden una posición más flexible, abogando por una moratoria o excepciones que permitan seguir comercializando híbridos más allá de 2035, especialmente si funcionan con combustibles sintéticos o renovables capaces de reducir las emisiones de CO₂ y NOx a niveles casi nulos.
Un calendario ambicioso: cero emisiones en 2035
La normativa europea no prohibirá el uso de los coches de combustión, sino su venta. Esto significa que los vehículos híbridos actualmente en circulación podrán seguir utilizándose hasta 2050, año en el que se prevé la eliminación completa de los motores térmicos.
Sin embargo, el ritmo de implantación del coche eléctrico continúa siendo lento en buena parte de Europa. Las bajas ventas y la presión sobre la industria automovilística, especialmente en los países del sur, han llevado a algunos gobiernos y fabricantes a pedir una transición más gradual.
España y Francia, en cambio, defienden una postura más estricta, alineada con el cumplimiento íntegro de los plazos. Una posición que, paradójicamente, podría impactar negativamente en su propia industria, ya que más del 50% de la producción actual en ambos países corresponde a modelos híbridos.
La apuesta industrial: de la hibridación al vehículo eléctrico
La estrategia del Gobierno español se apoya en la reconversión industrial hacia el vehículo eléctrico, impulsada por la construcción de dos gigafactorías de baterías: una en Valencia, promovida por el grupo Volkswagen, y otra en Zaragoza, de Stellantis. Estas plantas podrían situar a España como un hub europeo de movilidad eléctrica en los próximos años.
No obstante, el mercado no acompaña al ritmo deseado. Las matriculaciones de eléctricos puros siguen siendo reducidas, y el coche híbrido se ha convertido en el verdadero motor de sostenibilidad económica del sector. En la actualidad, los híbridos representan la mayor parte de las ventas nacionales y han permitido mantener la actividad y el empleo en muchas fábricas del país.
Riesgos y equilibrios de una transición acelerada
El riesgo para España es acelerar la transición más de lo que el mercado y la industria pueden soportar, poniendo en peligro la estabilidad de un sector que aporta más del 10 % del PIB nacional y que todavía depende de la hibridación como tecnología puente hacia la electrificación total.
Expertos del sector advierten de que la prohibición prematura de los híbridos podría tener efectos contraproducentes, reduciendo la competitividad de las plantas españolas frente a otros países europeos que opten por una transición más flexible.
La cuestión de fondo, por tanto, no es si Europa alcanzará el objetivo de cero emisiones, sino cuándo y cómo hacerlo sin comprometer la viabilidad industrial, energética y laboral de los Estados miembros.
Fuente | eldebate.com
