«El coche eléctrico irrumpió como una solución prometedora, con beneficios en sostenibilidad, reducción de emisiones y eficiencia energética. Sin embargo, junto a estas ventajas también ha crecido la inquietud sobre qué sucede cuando la batería presenta fallos.
Durante mucho tiempo se asumía que un fallo en la batería de un coche eléctrico suponía su fin definitivo. Eso implicaba gastos elevadísimos y un aumento de residuos contaminantes. Sin embargo, recientes investigaciones demuestran que la mayoría de estas averías son parciales, puntuales y, lo más importante, completamente solucionables.
Este hallazgo representa no solo una revolución económica para los usuarios, sino también un enorme paso adelante en sostenibilidad, ya que disminuye de forma significativa las emisiones de CO₂ asociadas al reemplazo total del sistema.
Desmontando el mito de la batería «inservible»
Lejos de lo que se creía, las baterías no suelen fallar por completo. Estudios de la empresa Autocraft EV Solutions indican que, ante una avería, normalmente solo uno o dos módulos del conjunto están dañados. De hecho, reemplazando apenas 1,1 módulos en promedio, la batería puede recuperar más del 90% de su capacidad original.
Esto desmonta la idea generalizada de que cuando falla una batería hay que desecharla entera, y abre la puerta a soluciones más eficientes y sostenibles.
Diagnóstico avanzado y reparación precisa
Gracias a herramientas tecnológicas como OptEVizer, es posible detectar con precisión los módulos que presentan problemas, lo que permite intervenir de forma quirúrgica. Esta estrategia reduce considerablemente los costes, ahorra materiales funcionales y agiliza los tiempos de reparación.
La investigación también revela que en una batería con fallos, alrededor del 92% de los módulos aún funcionan perfectamente, lo que permite reutilizarlos tanto en otros vehículos como en sistemas estacionarios de almacenamiento energético.
Empresas como Smartville ya están aplicando programas para reutilizar estos módulos en nuevos contextos, prolongando su vida útil y reduciendo la necesidad de materias primas como el litio o el cobalto. Esta visión circular se perfila como un pilar fundamental de la movilidad eléctrica del futuro.
Menos impacto ambiental, más eficiencia
Los beneficios de reparar baterías van más allá de lo económico. Sustituir únicamente los módulos defectuosos en lugar de cambiar la batería completa puede reducir hasta en un 93% las emisiones de CO₂ asociadas al proceso. Para una batería estándar de 82,5 kWh, esto equivale a evitar la emisión de unas 12 toneladas de dióxido de carbono.
Y no solo hablamos de emisiones: al reducir la necesidad de nuevas baterías, también disminuye el consumo de agua, energía y recursos naturales, además de evitar el reciclaje prematuro de baterías con partes todavía funcionales.
Retos y camino por recorrer
A pesar de estos avances, aún existen barreras importantes. Uno de los principales desafíos es que muchas baterías no han sido diseñadas para ser reparadas: su estructura compacta y poco accesible dificulta las intervenciones. Es urgente que los fabricantes apuesten por modelos modulares con componentes intercambiables.
Además, las políticas públicas deben incentivar la reparación frente a la sustitución, mediante programas de garantía y protocolos específicos. Esto no solo reduciría costes para los usuarios, sino que reforzaría la confianza en la viabilidad a largo plazo del coche eléctrico.
Fuente | computerhoy.20minutos.es