Cuando faltan solo 12 años y 3 meses para que los coches con motor de combustión desaparezcan para siempre de los escaparates de los concesionarios y pasen a formar parte de la historia del automóvil, ya se han alzado las primeras voces discordantes en el seno de la propia Unión Europea.
Apenas una semana después de que Bruselas firmara el certificado de defunción de los coches de gasolina, diésel e híbridos, Italia ha sido el primero en alzar la voz contra lo que considera un tiro en el pie en toda regla del continente europeo.
Un tiro en el pie
La prohibición de estos automóviles va a abrir de par en par la puerta de Europa a la industria automovilística china, que cuenta con una ventaja competitiva muy importante en materia de electrificación. Además, controla gran parte de las materias primas mundiales y de los recursos tecnológicos necesarios para la fabricación de este tipo de automóviles, lo que nos pone literalmente en sus manos.
Europa era el continente que tradicionalmente ponía en hora el reloj de la automoción y el resto del mundo seguía sus pasos, justo lo contrario de lo que ocurrirá a partir de ahora.
Despidos y cierres
Tal y como ha manifestado la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, si la prohibición de los coches gasolina, diésel e híbridos sigue su curso, Italia esperará a después de 2024, tras las elecciones europeas y la nueva configuración del Parlamente de Bruselas, para la aprobación de los dos proyectos de ley. Lo que no supone un desacato de las resoluciones, sino una simple medida de autodefensa de su industria.
Hay que tener en cuenta que Europa va a ser el continente más perjudicado por la electrificación, pues todas las fábricas deben ser reconstruidas por completo para iniciar la fabricación de vehículos movidos por esta tecnología, todo ello sin citar el coste inmenso de las fábricas de baterías que la propia Unión europea está financiando en parte mediante ayudas a fondo perdido a los fabricantes. Es impensable plantear la electrificación sin fábricas de baterías en territorio comunitario.
En este contexto, Italia ha mantenido recientemente una reunión con el ministro de Economía alemán, Robert Habeck, y en breve lo hará con el francés, Bruno Le Maire, como tres de los países más afectados por esta prohibición. Italia trata de configurar un eje italo-franco-alemán para oponerse a la medida. Tal y como ha declarado el ministro de economía italiano, Adolfo Urso: «Es obvio que los tres grandes países industriales europeos pueden influir en las regulaciones europeas».
España, mucho que perder
En paralelo España, pese a ser el segundo fabricante de coches de Europa y con una potentísima industria automovilística que supone más del 10 % del PIB, se mantiene en un segundo plano, según declaraciones de la ministra de Industria, Reyes Maroto, en las que venía a decir que España está escuchando a las partes antes de definir su postura.
Un mensaje cuanto menos difícil de mantener cuando firmas que producen en territorio nacional como Ford han anunciado ya 4.000 despidos en Europa por la reducción de la mano de obra que provoca la electrificación del automóvil.
Por si esto fuera poco, Bruselas acaba de aprobar la normativa Euro 7 que entra en vigor en 2025 y obliga a una nueva reducción de emisiones contaminantes.
Qué sentido tiene obligar a que los fabricantes reduzcan más las emisiones con el coste que ello les supone a las puertas de la eliminación de este tipo de motores. De hecho, la primera ministra italiana ha confirmado que entre otras, su intención es volver al plan inicial que contemplaba que en 2035 aún se pudieran vender un 10 % de coches de combustible, lo que supondría un balón de oxígeno para la industria.
Adiós a los urbanos
Hay que recordar que España e Italia serían los países más afectados por la Euro 7, una normativa que tiene un impacto directo de entre 2.000 y 3.000 euros por cada coche nuevo, una cifra imposible de repercutir a los automóviles pequeños y urbanos que apenas tienen margen de rentabilidad, lo que supondría su desaparición. Tal y como ha ocurrido con el Ford Fiesta que dejará de fabricarse. Precisamente España e Italia están especializados en la producción de este tipo de coches pequeños.
El Debate