La ACEA (Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles) cree que los nuevos límites de emisiones presentados por Clove (Consorcio Europeo para Coches de Emisiones Ultra bajas), junto con las nuevas pruebas propuestas por la normativa Euro7, en la práctica supondrían la prohibición de vehículos propulsados por un motor de combustión interna, incluidos los vehículos híbridos eléctricos.
Incluso con modificaciones, las estrictas propuestas de Clove incluidas en la Euro 7, que entrará en vigor en el año 2025, tienen el potencial de hacer que muchos de los coches de combustión más pequeños y asequibles sean económicamente inviables para la producción en serie.
La normativa Euro7 también podría poner en grave peligro a los coches de altas prestaciones, mayoritariamente propulsados por gasolina. La necesidad de que estos motores emitan la menor cantidad de gases posible, incluso en situaciones de fuerte aceleración, podría prohibir su homologación. Además, como resultado de las nuevas pruebas que se planea incluir, escenarios de conducción como el remolque de una caravana podrían complicarse con un vehículo Euro 7.
Según las propuestas publicadas de Clove, los futuros vehículos de combustión podrían equiparse con un «supercatalizador» de múltiples etapas. Para los motores de gasolina, esto supondría un catalizador eléctrico calentado, un par de catalizadores convencionales de tres vías de 1 litro, un filtro de partículas de 2 litros y un catalizador de deslizamiento de amoníaco.
Sin embargo, el hecho de que en Europa estos coches no puedan llegar a venderse no significa que no puedan ser fabricados o exportados a mercados menos «desarrollados.» Como ya se habló en otro artículo, continuar con la exportación de coches de combustión podría perjudicar la estrategia mundial para la lucha contra el calentamiento global.
Fabricar el elemento clave de un coche eléctrico, su batería, también tiene su impacto ambiental asociado, un impacto que es considerablemente inferior al de un coche térmico durante toda su vida útil. Por ejemplo, producir una batería de 75 kWh para un Tesla Model 3 supone la emisión de 4500 kilogramos de CO2. Estas emisiones serían equivalentes a conducir un sedán gasolina durante 1.4 años, a una distancia promedio anual de 20000 km.
Además del beneficio medioambiental derivado de la transición a la movilidad eléctrica, existen también una serie de beneficios económicos. Los ahorros estimados durante toda la vida útil de la mayoría de los coches eléctricos oscilan entre los 5000 y los 8000 euros, según un estudio reciente de Consumer Reports.
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