China y Europa están enfrascadas en una guerra que no beneficia a nadie. Tras meses de negociaciones, Bruselas ha lanzado una oferta a Pekín, aunque difícilmente estos la aceptarán
Dicen que la guerra es mala para los negocios, a no ser que la guerra sea el negocio. Europa y China llevan más de un año de tiras y aflojas en una tensa relación que tiene al coche eléctrico como el principal arma arrojadiza. Europa no quiere verse ocupada por vehículos asiáticos de buena relación calidad-precio que desplacen a sus marcas locales, fuente de miles de millones en impuestos y millones de puestos de trabajo. Sin embargo, la única solución, no muy buena, que se les ha ocurrido es intentar ralentizar la llegada de más coches levantando muros arancelarios. Las marcas chinas parecen no inmutarse, así que Bruselas ha buscado una nueva fórmula. Ha lanzado una oferta muy interesante, pero que difícilmente aceptarán desde Pekín.
Es muy posible que el Parlamento Europeo no haya evaluado muy bien los riesgos de aplicar aranceles específicos a todos los coches producidos en China. La medida, que está en vigor desde hace poco más de unas semanas, puede tener consecuencias contrarias muy peligrosas para los intereses de las marcas europeas en el lejano oriente. China se ha convertido en el mayor mercado del mundo. Matricula más coches que Europa y Estados Unidos, juntos. Unos 30 millones de vehículos por año, aproximadamente. Fabricantes como Volkswagen o Mercedes tienen grandes intereses en la región. Intereses que podrían ser castigados en cualquier momento con una simple llamada de teléfono por parte de Xi Jinping.
Europa prepara un paquete de subvenciones de 1.000 millones de euros
Sí, es cierto que Europa está amenazada por la llegada de coches que superan en tecnología y coste a los productos locales. Coches como los nuevos lanzamientos de BYD, XPeng, NIO o MG. Si bien su precio no es tan barato como todos esperábamos, el verdadero secreto se esconde bajo su carrocería. En Bruselas tienen muy claro que la tecnología es el verdadero anhelo de toda esta guerra. Europa quiere hacerse con la tecnología eléctrica china tras haberse demostrado que es más avanzada que la nuestra. China lidera la industria tecnológica a escala mundial, desde el desarrollo de dispositivos hasta la creación de software.
Hace 20 años eran las empresas chinas las que querían aprender de las europeas. Las leyes obligaban a los fabricantes a asociarse con productores locales para así beneficiar el libre tráfico de información. Los chinos cogieron esos conocimientos y los han replicado e incluso mejorado. Ahora, Europa quiere que se devuelva la moneda. Tal y como informa el Financial Times, Europa demanda a China su tecnología a fin de poder acceder a los subsidios que están preparando en Bruselas y que esperan ser anunciados a partir del próximo mes de diciembre. Si quieren beneficiarse de ellos, tienen que entregar su tecnología. 1.000 millones en ayudas para la compra de coches eléctricos y de bajo impacto medioambiental.
China se enfrenta ahora a una difícil elección. El no poder acceder a las ayudas públicas podría suponer una fuerte desventaja comercial. O tiran abajo los precios, algo que no pueden porque perderían mucho dinero, o entregan sus secretos mejor guardados. Se trata de un paso más en las tensas negociaciones que llevan meses en marcha. China no ha tomado ninguna medida excesivamente agresiva, salvo por pedir a sus marcas con presencia europea que retiren las inversiones previstas para el Viejo Continente. Otra propuesta que está encima de la mesa es la pactación de precios mínimos. Una solución en la que también se ha avanzado en las últimas semanas. Fijar un precio mínimo por vehículo. En este caso el gran perjudicado sería el cliente y el mercado al no poder favorecer la libre competencia.
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