Los combustibles fósiles vuelven a recordar su peso en la economía familiar… y en las emisiones. Los últimos datos del Boletín Petrolero de la UE confirman que gasolina y diésel encadenan ya tres semanas consecutivas de subidas, consolidando una tendencia alcista que presiona a hogares y empresas justo cuando Europa intenta acelerar la transición hacia la movilidad eléctrica.
Diésel, en máximos desde marzo
Entre el 11 y el 17 de noviembre, el precio medio del litro de diésel en España se situó en 1,443 euros, tras encarecerse un 1,26% en solo una semana. Es su nivel más alto desde mediados de marzo, y en el cómputo de las tres últimas semanas acumula una subida del 3,44%.
La gasolina 95 también sigue la misma senda: sube por tercera semana consecutiva un 0,54%, hasta los 1,485 euros por litro, máximos desde principios de agosto. En estas tres semanas, el incremento acumulado es del 1,36%.
Con estos precios, llenar un depósito medio de 55 litros supone:
- Gasolina: 81,67 euros, unos 1,1 euros menos que hace un año.
- Diésel: 79,36 euros, es decir, 2,03 euros más que en las mismas fechas de 2024.
Menos que antes de Ucrania… pero igual de dependientes
Pese a la subida reciente, los carburantes siguen —ligeramente— por debajo de los niveles previos a la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022. En lo que va de 2025, la gasolina acumula un abaratamiento del 2,6% respecto al cierre de 2024, mientras que el diésel se mantiene prácticamente en línea.
Además, el diésel encadena ya 142 semanas seguidas más barato que la gasolina, una anomalía histórica que, lejos de ser una buena noticia climática, termina prolongando la vida útil del parque diésel y retrasando su sustitución por tecnologías de cero emisiones.
España, entre los países “baratos”… a costa del clima
En comparación con sus socios europeos, España sigue en el bloque de países con carburantes más económicos:
- Gasolina 95
- España: 1,485 €/l
- Media UE: 1,645 €/l
- Media eurozona: 1,691 €/l
- Diésel
- España: 1,443 €/l
- Media UE: 1,581 €/l
- Media eurozona: 1,581 €/l
Es decir, repostar en España sigue siendo sensiblemente más barato que en buena parte del continente. Una ventaja aparente para el conductor, pero que también reduce el efecto disuasorio del precio sobre el uso intensivo del coche fósil, justo cuando la UE exige recortes drásticos de emisiones en transporte.
Factores detrás de la subida: mucho más que el barril de crudo
El precio final en el surtidor no depende solo del petróleo. En la formación del precio intervienen:
- La cotización específica de la gasolina y el diésel, que no siempre replica la evolución del crudo.
- La situación geopolítica y los costes de refino y logística.
- La carga fiscal (impuestos especiales e IVA), todavía más baja en España que en otros países de la UE.
- Los márgenes comerciales de la cadena (refinerías, distribución y estaciones de servicio).
Además, los cambios en el precio del crudo se trasladan con decalaje al surtidor, de modo que las tensiones en los mercados energéticos pueden tardar semanas en reflejarse en los bolsillos de los conductores.
Una señal clara para la transición ecológica
Desde la perspectiva de la movilidad sostenible, este nuevo repunte de los carburantes refuerza varias evidencias:
- La dependencia estructural del transporte respecto a los combustibles fósiles sigue siendo muy alta.
- Cada ciclo de encarecimiento vuelve a poner en el centro la necesidad de:
- Acelerar la electrificación del parque móvil,
- Reforzar el transporte público,
- Impulsar soluciones de movilidad compartida y activa (caminar, bici).
Mientras tanto, millones de conductores continúan expuestos a unos precios volátiles que se convierten en una especie de “impuesto silencioso” a la movilidad fósil. Un coste económico… y climático, que solo se reducirá de forma estructural cuando el tráfico de vehículos de combustión deje de ser el estándar y pase a ser la excepción.
Fuente | larazon.es
