Ursula von der Leyen sostiene que Bruselas y Pekín deben fortalecer sus relaciones comerciales y de inversión, e incluso establecer nuevos acuerdos
Un tren con 112 contenedores repletos de diversos productos, desde artículos de bazar y tecnología hasta electrodomésticos, repuestos de automóviles y maquinaria pesada, partió a inicios de marzo desde Yiwu, China, con destino a Europa. A lo largo de su recorrido de más de 13.000 kilómetros y tras varias paradas, llegará a Madrid tras un viaje de tres semanas. Esta ruta ferroviaria, una de las más extensas del mundo, fue inaugurada en 2014 por el presidente chino, Xi Jinping, y el entonces presidente español, Mariano Rajoy.
Hace diez años, Yiwu enviaba apenas 23 trenes de carga hacia Europa, mientras que el año pasado la cifra ascendió a 1.100. “Este trayecto se ha convertido en un importante canal comercial entre China y España, fortaleciendo las conexiones entre el interior del país asiático y los mercados europeos”, indicó en un comunicado el principal operador ferroviario estatal chino. Además, la compañía anunció recientemente una nueva ruta de carga que permitirá transportar mercancías chinas a Europa a través de Asia Central, evitando el territorio ruso, sujeto a sanciones.
Los medios estatales chinos están llenos estos días de noticias que destacan las relaciones comerciales entre Pekín y los países europeos. En el ámbito diplomático, China ha lanzado una ofensiva de seducción hacia Europa, presentándose como un firme defensor del orden global y un pilar de estabilidad económica en contraste con el caos generado por el presidente estadounidense, Donald Trump.
Mientras la guerra comercial impulsada por Trump toma forma y afecta tanto a Pekín como a Bruselas, China intenta consolidarse en Europa como un socio confiable en lugar de un adversario (o un rival sistémico, según la definición oficial de la UE), consciente de que la relación transatlántica se encuentra en una situación inestable.
En respuesta a la guerra comercial de Trump, Pekín y Bruselas han tomado medidas de represalia. China ha impuesto un arancel adicional del 15 % a productos agrícolas de EE.UU. después de que Washington duplicara hasta el 20 % los impuestos a las importaciones chinas. Por su parte, Europa, tras la imposición de aranceles del 25 % al aluminio y al acero el miércoles, ha respondido con gravámenes a productos estadounidenses por un total de 26.000 millones de euros.
“Cuando ves cómo la Administración Trump ha adoptado una política agresiva y dominante hacia Europa, tratando a sus aliados de esta manera, desde una perspectiva europea es francamente alarmante”, declaró recientemente Lu Shaye, enviado especial de China para asuntos europeos.
Sus palabras llegaron poco después de que otro portavoz del Ministerio de Exteriores chino, en un nuevo gesto de acercamiento, subrayara que la UE debe tener un papel activo en cualquier acuerdo de paz sobre Ucrania, en lugar de que este sea decidido exclusivamente por Estados Unidos y Rusia.
FORTALECER LOS VÍNCULOS COMERCIALES
En Bruselas también ha llamado la atención el tono más moderado que ha adoptado este año la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en relación con el gobierno chino. En al menos dos ocasiones, ha señalado abiertamente que el bloque debe fortalecer los vínculos comerciales y de inversión con Pekín, e incluso avanzar en la firma de nuevos acuerdos.
La semana pasada, en un nuevo gesto de distensión, el Parlamento Europeo eliminó varias restricciones impuestas desde 2023 a las reuniones entre eurodiputados y ciertos funcionarios chinos. Poco después, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, en un discurso conciliador, destacó en una rueda de prensa la importancia de que Pekín y Bruselas refuercen su cooperación y mejoren sus relaciones.
“Cualquier persona razonable entiende que China ha mantenido una política constante hacia Europa, apostando por la estabilidad en las relaciones a pesar de la estrategia de la UE de reducir su dependencia. China representa oportunidades, no riesgos, y sigue siendo un socio clave para la cooperación”, afirma Ou Shi, analista político frecuente en los medios chinos.
Antes de la irrupción de Trump en el panorama comercial, Antonio Costa, al asumir la presidencia del Consejo Europeo en diciembre, tuvo una conversación telefónica con el presidente chino, Xi Jinping, para tratar de aliviar las tensiones generadas por los aranceles europeos a los vehículos eléctricos chinos. Ambos acordaron celebrar en mayo una cumbre con motivo del 50º aniversario de las relaciones diplomáticas entre la Unión Europea y China. Antes de ese encuentro, este mismo mes, el comisario de Comercio de la UE, Maros Sefcovic, viajará a Pekín para evaluar hasta qué punto puede consolidarse este acercamiento en medio de la creciente disputa comercial con Trump.
FUENTE / El Mundo