La movilidad sostenible es uno de los principales retos que hoy deben afrontar las grandes ciudades, cuyo objetivo es minimizar su impacto sobre el medioambiente para proteger la salud del planeta y, a la vez, velar por el bienestar y la calidad de vida de los ciudadanos
Las ciudades solo ocupan solo el 2% de la superficie terrestre. Sin embargo, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), más de la mitad de la población mundial vivía en ellas en 2019. El número de personas que habitan en los núcleos urbanos continúa creciendo cada día y ello les obliga a marcar la movilidad sostenible como uno de los retos principales que deben asumir. Esta estrategia gana importancia, especialmente, en las ciudades de mayor tamaño, donde las retenciones en la circulación o las congestiones durante los desplazamientos suelen ser muy frecuentes. Tomar medidas que ayuden a limitar las emisiones contaminantes en estos puntos es sinónimo de una apuesta por la sostenibilidad en el transporte.
Definir Planes de Movilidad Urbana Sostenibles alineados con ‘Ciudades y Comunidades Sostenibles’, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible presente en la Agenda 2030, es fundamental para alcanzar un sistema de movilidad de alto rendimiento. Y conseguirlo, por supuesto, no es fruto del azar. La apuesta por la innovación y la inversión en desarrollo son básicas para alcanzarlo. Estas son algunas de las claves que definen la movilidad del futuro en las ciudades inteligentes.
Movilidad compartida
El uso del vehículo privado ha sido regulado en diferentes ciudades de manera restrictiva, limitando incluso su acceso a determinadas zonas con el objetivo de que el tráfico disminuya y se reduzca, así, la contaminación atmosférica y acústica, a la vez que mejora la calidad de vida en los núcleos urbanos. Por ello, es importante fomentar un uso racional de vehículo privado, así como apostar por la utilización de sus homólogos compartidos. Hay estudios que calculan que el 40% del tráfico localizado en el centro de una ciudad se debe a la búsqueda de aparcamiento. Cuando se comparte coche con otras personas se evitar que cada una de ellas conduzca un vehículo, de forma que se reduce el tráfico y la emisión de gases contaminantes.
Transporte público
Una de las principales opciones que plantean tanto los gobiernos como los especialistas en esta línea pasa por elaborar un plan de acción que persiga la mejora de las infraestructuras del transporte público. Este plan tiene que mostrar que es fundamental modernizar y ampliar la red ferroviaria y, particularmente, en el caso de las ciudades, los trenes de cercanías de ámbito interurbano, ya que se trata de un medio de transporte eficaz y sostenible. También se apuesta con fuerza por el uso del metro y el autobús eléctrico.
Eléctricos y autónomos
Los vehículos eléctricos, al no depender de combustibles fósiles, se convierten en una fantástica solución para la movilidad del futuro. Uno de los puntos clave para ello es que gracias a la innovación que se ha desarrollado alrededor de sus baterías cada vez son más baratas, eficientes y autónomas. Además, no emiten CO2, por lo que contribuyen a mejorar la calidad del aire. Por su parte, los vehículos autónomos pueden desplazarse sin la intervención de un conductor gracias a la Inteligencia Artificial (IA). Por ejemplo, podría recoger a un pasajero y calcular la mejor ruta para llevarlo hasta su destino.
Vehículos sin motor
Según la ONU, los vehículos a motor son la causa de una cuarta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero. En este sentido, la estrategia debe centrarse en disuadir a la población de utilizar este tipo de vehículos, especialmente si son de uso privado. La Estrategia Española de Sostenibilidad Urbana añade que se deben fomentar modos de transporte no motorizados, mucho menos contaminantes. Para lograrlo, es fundamental poner facilidades al peatón y al usuario de bicicleta, ya que se posicionan como los principales medios de transporte alternativo en la ciudad. Las administraciones, por su parte, deben instalar puntos de alquiler, recogida y entrega por todo el núcleo urbano, al acceso de cualquier ciudadano. El patinete eléctrico se suma también a esta familia de vehículos alternativos y ya se ha convertido en una medida presente en las principales ciudades de este país.
Infraestructuras y trazados
Para que pueda imponerse el uso de vehículos menos contaminantes es imprescindible que se creen nuevas alternativas e infraestructuras que mejoren la movilidad urbana y que ayuden a reorganizar y optimizar los flujos de circulación. El trazado vial debe cambiar en favor de un aumento de carriles para bicicletas y zonas peatonales restringidas al tráfico. En esta línea, también es clave que se disponga de carriles independientes para autobuses y otros vehículos de transporte de ciudadanos.
El poder de los datos
Gracias a herramientas como el big data, las ciudades pueden recopilar y analizar la enorme cantidad de datos que generan vehículos, peatones, semáforos y otros elementos y circunstancias del tráfico urbano, con el objetivo de conseguir una mayor eficiencia. El Internet de las Cosas (IoT) permite, además, que todos estos elementos se comuniquen entre sí. Así, por ejemplo, con el despliegue del 5G, los coches podrán recibir información sobre plazas de aparcamiento disponibles, mientras que los semáforos serán capaces de autorregularse en función del tráfico y la presencia de peatones. Con el objetivo de convertirse en ciudades inteligentes, los núcleos urbanos comienzan a instalar dispositivos capaces de medir y evaluar los cambios en estos flujos. Estos sistemas recogen datos en tiempo real, una información que ayuda a los ciudadanos a evitar las vías más congestionadas y a que las autoridades competentes detecten dónde deben tomar medidas para conseguir tener una movilidad más fluida.
Las apps
El desarrollo tecnológico es esencial para gestionar y programar una movilidad más eficiente. Las aplicaciones ayudan a los ciudadanos a encontrar rutas óptimas para realizar sus desplazamientos, evitar la sobreocupación o, por ejemplo, realizar pagos de formas más seguras. El objetivo siempre es el mismo: movernos más rápido y de forma más directa para ahorrar tiempo a la hora de llegar a nuestro destino. La posibilidad de disponer de tecnología GPS en nuestro teléfono inteligente ha potenciado el uso de aplicaciones que nos ayudan a organizar nuestros trayectos, avisándonos, también, de la hora exacta a la que llega nuestro autobús a la parada o a qué hora cierre el comercio al que nos dirigimos, entre otras muchas opciones.
Voluntad de servicio e inclusión
Todas las personas que vivan en la ciudad deben poder acceder a cualquier opción que proponga la movilidad sostenible. Así, por ejemplo, se debe garantizar la puntualidad y la adecuada rotación del transporte público, además de ofrecer opciones asequibles a todos los bolsillos y facilitar el acceso los diferentes medios de transportes.
Un nuevo lenguaje
Todo cambio marcado por la evolución, la innovación y el desarrollo tecnológico viene acompañado de nuevo vocabulario que debemos añadir a nuestro diccionario interno. Así, nuevas palabras y expresiones como última milla (el tramo a recorrer tras bajar del metro o el autobús que puede realizarse en bicicleta, patinete, caminando…), ride sharing (viajes en coche compartidos entre particulares), ride pooling (varios pasajeros comparten un conductor profesional), ride hailing (los usuarios reservan un trayecto en coche a través de una aplicación) o charging (servicios dedicados a informar a los conductores de vehículos enchufables dónde están los puntos de recarga más cercanos o facilitarles su pago, entre otros) han llegado para quedarse.
Son muchos los ejemplos de ciudades que ya han comenzado a poner en marcha programas y acciones que las ayudarán a avanzar hacia una movilidad más sostenible. Si hablamos de la reducción de los espacios en los que el coche privado puede circular, el caso nacional más reconocido lo tenemos en Madrid Central, pero en Milán, por ejemplo, cuentan con una mayor experiencia en este sentido. Si en Europa es muy fácil encontrar ciudades en las que el uso de la bicicleta ya ha cobrado mucha fuerza, como Ámsterdam o Copenhague, en Latinoamérica, donde los núcleos urbanos tienden a estar repletos de coches, Bogotá, capital de Colombia, se ha convertido ahora, también, en la capital de la bicicleta en la región. Cuenta ya con más de 600 kilómetros de carril bici y prevé doblar el uso de este vehículo de transporte alternativo en los próximos cuatro años.
Las ciudades ya están poniendo en marcha iniciativas que les ayudarán a avanzar hacia la movilidad sostenible
Por su parte, en ciudades como París y Melbourne se han puesto en marcha las propuestas ‘ville du ¼ d’heure’ o ‘ciudad de 20 minutos’, con el objetivo de recuperar los valores de proximidad para que sea posible acceder a los servicios indispensables de forma sencilla y rápida. Y en Qatar opera ya un sistema de peaje electrónico sin barreras en la autopista Doha Expressway, vía principal de la capital, que permitirá a los usuarios realizar viajes más rápidos, cómodos y seguros, mientras se reducen las emisiones de CO2. Los conductores pueden ahorrar hasta 30 minutos al utilizar la autopista, lo que, a su vez, permite que se reduzca la congestión en los carriles convencionales. De esta forma, el tráfico se regular de una forma más eficiente, contribuyendo también a reducir la siniestralidad y la contaminación.
Estos solo son algunos ejemplos de ciudades que han elegido la vía de la sostenibilidad. Sin embargo, la lista es ya muy larga. La tendencia es clara, así que todo indica que estos casos aumentarán de forma exponencial en los próximos años, lo que se convierte en una gran noticia para el planeta.
El Mundo