Un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios desvela que el etiquetado actual de los coches no se corresponde con el índice de emisiones en un uso real y cotidiano
A la hora de comprar un coche nuevo o de segunda mano se abre ante nosotros un gran abanico de posibilidades. Las razones para comprar un coche son muchas y muy variadas, diseño, calidad, equipamiento o espacio figuran en la lista desde hace décadas, pero últimamente hay que sumar la etiqueta medioambiental como una de las principales razones para decantarse por la compra de uno u otro modelo. Desde 2019, las pegatinas son la comidilla del sector, B, C, ECO o CERO son las posibilidades en función de las emisiones homologadas. Sin embargo, un estudio de la OCU desvela que esos distintivos están, en muchos casos, mal aplicados y exigen un cambio en la normativa.
Tal y como reflejan las listas de ventas mensuales en España, las etiquetas más favorables para la movilidad, ECO y CERO, ganan muchos adeptos cada mes. La normativa europea, que no española, es bastante flexible a la hora de certificar un coche con uno u otro distintivo. La mayor discrepancia se da en la denominación ECO. Los híbridos convencionales, coches que pueden desplazarse durante una distancia limitada en formato eléctrico, presentan una gran ventaja con respecto al nivel de emisiones y de consumo, aunque haya que hacer muchos kilómetros para justificar su compra. Sin embargo, Europa también galardona con este distintivo a los modelos micro híbridos (MHEV). En ellos, el motor eléctrico no es capaz de mover las ruedas, por lo que siempre están quemando combustible. En otras palabras, tienen muy poco de coche eléctrico.
La pegatina debería asociarse a las emisiones y no al tipo de mecánica empleada
En 2019, la DGT (Dirección General de Tráfico) aplicó la entrada en vigor de los distintivos en función del grado de emisiones. La base de datos tiene en cuenta los datos homologados por el fabricante, sin tener en cuenta otros parámetros que realmente condicionan su contaminación. Los híbridos enchufables son los más sensibles a este proceso, ya que sus emisiones varían mucho si la batería está o no cargada. Es muy corriente que muchos PHEV no pasen por un enchufe, disparando su impacto en el medio ambiente y en el consumo. A pesar de ello, reciben la misma pegatina que los eléctricos puros.
El estudio publicado por la OCU desvela que muchos coches con etiqueta C contaminan menos que algunos híbridos con etiqueta CERO o ECO. La organización se centra en modelos extremos como el Audi RS Q8 con sistema MHEV o el Jeep Wrangler 4xe, híbrido enchufable. Ambos obtuvieron consumos y emisiones mucho más altas de las homologadas, casi el triple que algunos modelos diésel y gasolina. Ni que decir tiene que esto supone un agravio comparativo con respecto a los modelos más baratos del mercado que, en ocasiones, son más respetuosos con el medio ambiente.
Ante este panorama, la OCU reclama a la Dirección General de Tráfico la revisión en los protocolos de asignación de etiquetas. Si bien el actual sistema se creó con la mejor de las intenciones, la industria ha demostrado sus lagunas con el paso de los años. La organización de usuarios reitera que las pegatinas deben asignarse en función de las emisiones reales y no según el tipo de mecánica o tecnología. En muchos casos, la desviación es tan severa que bajo ningún concepto se justifica la asignación de ECO o CERO. No es la primera vez que este problema está sobre la mesa. Muchos países ya están pensando en tomar medidas al respecto, aunque el cambio depende de Europa.
Híbridos y Eléctricos