Los datos de expansión del coche eléctrico en España siguen siendo muy pobres, sobre todo si lo comparamos con las cifras que nos llegan desde Europa. Por ejemplo, la cuota de mercado de este tipo de vehículos en nuestro país es del 5,5%, mientras que la media europea asciende al 14,7%, según datos de Dataforce.
Desde Transport & Environment han realizado un informe que pone nombre y apellidos a una de las principales causas por las que en España no se terminan de imponer las ventas de coches eléctricos: la fiscalidad verde. Según T&E, en nuestro país no se apremia lo suficiente el elegir vehículos eléctricos.
O más bien: la venta y la propiedad de coches con motores de combustión tiene una de las cargas fiscales más bajas en Europa, lo que por un lado termina por dificultar la aplicación de mayores incentivos sobre los vehículos eléctricos y, por otro lado, provoca que el comprador no perciba ser premiado de alguna forma por escoger un coche cero emisiones.
Según los datos del Fondo Monetario Internacional, España ocupa el último puesto de los 29 países analizados en lo que respecta a la carga impositiva de los turismos: menos del 1% del PIB español corresponden a los ingresos procedentes de los impuestos destinados al automóvil. La media de impuestos recaudados anualmente por vehículo en España es de 1.312 euros, por los 1.963 en Alemania, por ejemplo, o los 1.911 euros en Francia.
La fiscalidad verde, una asignatura pendiente en España
El problema en España radica, según reflejan los datos de T&E, en que apenas hay diferenciación «entre los impuestos y cuotas a pagar entre vehículos eléctricos y de combustión», tanto para particulares como para las empresas. Estos no ven un verdadero beneficio fiscal que suponga una gran diferencia, a diferencia del resto de países de nuestro entorno.
Por ejemplo, si nos comparamos con nuestro país vecino Portugal, cuya cuota de matriculación de coches eléctricos llegó ya al 17,3% y que cuenta con una renta per cápita más baja que la nuestra, las diferencias son importantes.
Tomando como referencia un coche de empresa SUV del segmento C, la carga fiscal durante los primeros cuatro años de propiedad de un coche de gasolina es de 20.665 euros en España y de 36.582 euros en Portugal. Una diferencia brutal que se refleja también en la carga fiscal para un coche eléctrico: 14.054 euros en España, frente a los 22 euros en Portugal.
¿Qué ha hecho bien Portugal en los últimos tiempos y que no ha hecho España? Por ejemplo, los lusos han eliminado el impuesto de matriculación y han permitido a los compradores desgravarse el IVA de la compra en la declaración de la renta del año siguiente. Pero recordemos que, más allá de estas medidas, el problema sigue estando en las comparativas con los impuestos al coche de combustión.
En España, por ejemplo, el impuesto de circulación se tarifa en base a la potencia fiscal: «Una fórmula que ha quedado obsoleta ya que al aplicarlo sobre los vehículos eléctricos su propósito queda desvirtuado», asegura T&E, quien alerta que, en algunos casos, un vehículo eléctrico está pagando incluso más que uno de combustión.
«El primer paso para que España rejuvenezca su parque automovilístico e impulse la venta de vehículos puramente eléctricos, no es otro que modernizar su fiscalidad. Actualmente no existen los incentivos necesarios, o bien no son lo suficientemente atractivos para compensar el mayor desembolso que las personas tienen que acometer a la hora de adquirir un vehículo de 0 emisiones», asegura Óscar Pulido, responsable de electrificación de flotas en T&E.
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El mensaje está claro: «Existe una clara necesidad de introducir impuestos sobre los automóviles acordes con el principio de ‘quien contamina paga’ y aumentar así los bajos niveles de adopción de los coches eléctricos», rematan desde T&E.
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