¿Conduces un diésel entre 2011 y 2015? Bruselas prepara su adiós… y el calendario ya está en marcha

Europa acelera el fin de los diésel antiguos: millones de coches, rumbo al desguace

Hace apenas unas semanas te informábamos de que, bajo el argumento de reducir los factores que contribuyen a la siniestralidad vial en la Unión Europea, Bruselas estaba ultimando un plan de gran calado: una auténtica depuración del parque automovilístico diésel, que podría condenar a millones de vehículos al desguace.

Las instituciones europeas han dejado clara su postura: los motores diésel no tienen cabida en el futuro de la movilidad, por muy sofisticados que sean los sistemas anticontaminación instalados por los fabricantes. No obstante, los modelos más modernos están protegidos por el cumplimiento estricto de las normativas de emisiones. El problema se centra en las generaciones anteriores, concretamente los homologados bajo los estándares Euro 4 y Euro 5 —especialmente aquellos matriculados entre 2011 y 2015—, que no solo no alcanzan los límites actuales, sino que en muchos casos los eluden.

Los diésel veteranos, en el punto de mira

Muchos de estos vehículos ofrecieron un rendimiento mecánico notable, pero el filtro de partículas (DPF) acabó convirtiéndose en un talón de Aquiles. Su mantenimiento o sustitución implicaba un coste elevado, lo que llevó a muchos propietarios a optar por soluciones poco ortodoxas: inhabilitarlo o simplemente dejarlo inservible. A ojos de la normativa, el filtro sigue “presente”, aunque no operativo. Bruselas es plenamente consciente de que millones de vehículos circulan en estas condiciones y tiene la intención firme de eliminarlos del mapa.

Las inspecciones técnicas (ITV) tienen serias dificultades para verificar la eficacia real del DPF, ya que hasta ahora solo se exige comprobar su existencia física. La Comisión Europea está trabajando en nuevas metodologías más fiables para controlar su funcionamiento. Una de las propuestas más avanzadas consiste en medir las partículas en suspensión (PM) mediante sensores de conteo, lo cual permitiría detectar si el filtro realmente está haciendo su trabajo.

Pruebas específicas para cada categoría

Para los vehículos con normativa Euro 4, Bruselas propone aplicar una prueba basada en la opacidad de los gases de escape. En el caso de los Euro 5, matriculados a partir de 2009 (cuando el DPF pasó a ser obligatorio), se aplicará una prueba más exigente: un análisis de emisiones en ralentí durante 30 segundos para cuantificar la concentración de partículas por centímetro cúbico.

Esta prueba ya se está implementando en países como Alemania, Bélgica, Suiza y Países Bajos. Solo en Alemania, más de medio millón de vehículos diésel han sido dados de baja por no superar los nuevos controles. Dado que estas pruebas se están armonizando en toda la UE, su extensión al resto de países es solo cuestión de tiempo. Eso sí, será necesario establecer un criterio común sobre los valores límite, ya que actualmente varían entre Estados miembros.

Más allá del filtro: otros sistemas en la mira

La nueva batería de controles también pondrá el foco en otros elementos del sistema de emisiones. Una lectura anómala en el nivel de hollín puede delatar la desconexión de la válvula EGR, un fallo en el sistema de inyección o incluso una reprogramación (“repro”) no autorizada. Además, se tendrá en cuenta si hay exceso de combustible diluido en el aceite, otro indicio de funcionamiento irregular.

El efecto colateral: más familias obligadas a cambiar de coche

La retirada masiva de vehículos contaminantes contribuirá, sin duda, a mejorar la calidad del aire. Sin embargo, tendrá un impacto directo en los bolsillos de miles de ciudadanos que se verán obligados a adquirir un nuevo vehículo. Los híbridos o eléctricos superan sin problema las exigencias actuales, pero los modelos diésel tendrán que demostrar que están en perfectas condiciones. Por ahora, los motores de gasolina quedan fuera del radar… aunque no por mucho tiempo.

Países como los Países Bajos ya están probando métodos similares de medición de partículas también en motores de gasolina de inyección directa —los más comunes actualmente—, ante la sospecha de que pueden emitir partículas en niveles comparables a los diésel antiguos.

Fuente | motor.es

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