Las buenas palabras que dirigió el presidente al sector del automóvil no se acompañan de hechos que justifiquen las inversiones millonarias a las que se enfrentan las marcas para electrificar sus factorías españolas
El automóvil ha formado parte estratégica del tejido industrial español desde finales de los años 50 del siglo pasado, cuando el arranque de producción de las factorías de Citroën en Vigo (1958), Seat en Zona Franca (1953) y Renault en Valladolid (1953) supuso el impulso que necesitaba España para hacerse un hueco en el mapa productivo europeo.
El despegue definitivo de la industria del automóvil nacional llegó en los años 70, cuando firmas como Ford, Opel, Peugeot, Renault o VW apostaron por España y pusieron en funcionamiento las factorías de Almussafes, Figueruelas, Madrid, Palencia y Pamplona, que se venían a sumar a las ya existentes.
Los cimientos del automóvil
Durante estos años se pusieron los cimientos para que décadas después la industria del automóvil español se convirtiera en la segunda de Europa y en la octava mundial en volumen de producción, un hito sin precedentes en ningún otro sector. El automóvil supone hoy en España más de un 10 % del PIB y genera dos millones de empleos directos e indirectos, cifras sólo superadas por el turismo.
En aquel momento el Gobierno español supo generar en España el caldo de cultivo adecuado para que las grandes multinacionales del automóvil confiaran en nuestro territorio para la puesta en funcionamiento de algunas de sus principales factorías para Europa. Justo lo contrario de lo que está ocurriendo en la actualidad.
Las cartas boca arriba
Tal y como declaraba Wayne Griffiths, presidente de Anfac y Seat, en una reciente entrevista al diario El Mundo, «El Gobierno no está respondiendo a nuestras expectativas sobre el coche eléctrico».
Unas declaraciones que tuvieron continuidad en el Foro Anfac (Asociación Nacional de Fabricantes de Automóviles y Camiones) de la mano de Luca de Meo, presidente de Renault y de ACEA (Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles) en las que cargaba contra el marco regulador europeo que genera entre «ocho y nueve normativas cada año a las que los fabricantes se ven obligados a destinar entre el 25 % y el 30 % de sus inversiones» y las ventas de coches eléctricos en España, «tan bajas que no motivan a ningún fabricante a la hora de invertir en España».
El propio Griffiths recordaba que las navidades pasadas aceptaba repetir mandato al frente de Anfac siempre que viera respaldada su gestión por el Gobierno, al que ya en diciembre invitaba a mover ficha con carácter de urgencia si no quería que España perdiera el tren del automóvil eléctrico.
Casi dos meses después de aquella promesa Wayne insiste en que el Gobierno «no está respondiendo a la propuesta que hizo a los ministros de Industria y Transporte». Las peticiones de ANFAC pasan por una actualización inmediata del plan Moves 3, un nuevo plan que ponga en funcionamiento un sistema de ayudas directas a la compra de automóvil vía fiscalidad con el objetivo de dinamizar las ventas de coches eléctricos en España, que hoy rondan el 5 % del mercado.
Si no se venden eléctricos, no se fabrican
En la actualidad los clientes que deciden dar el paso a la electrificación y se acogen al Moves tardan hasta dos años en cobrar las ayudas, por lo que ANFAC reclama que se agilicen mediante un descuento directo sobre factura. Una medida mucho más eficaz para dinamizar el mercado como ya se ha podido comprobar en Portugal.
Con una cuota de mercado de coches eléctricos ligeramente superior al 5 % es impensable que España mantenga su situación privilegiada dentro del sector, lo que ha provocado que prácticamente todos los fabricantes implantados en nuestro país hayan metido en la nevera sus inversiones para España.
Más allá de Seat, Cupra o Renault, el Grupo Stellantis ha confirmado por boca de su CEO Carlos Tavares, que la pelota está en manos del Gobierno español si quiere que su Grupo ponga en funcionamiento las inversiones necesarias para la factoría de baterías de Zaragoza y para la asignación de la nueva plataforma de vehículos eléctricos a sus tres plantas españolas.
Stellantis, Ford, Renault…
En este caso Stellantis considera un agravio comparativo que el Grupo VW haya recibido 440 millones de euros con cargo a los Perte para la fábrica de baterías de Sagunto mientras que ellos apenas han llegado a los 65 millones.
En paralelo, hace algo más de un mes que Ford retrasó sus planes de electrificación de Almussafes, dejando en el aire los dos modelos eléctricos que deberían empezar a producirse a partir de 2026.
Pedro Sánchez tuvo la última palabra al cerrar el Foro Anfac, pero una vez más se limitó a decir los que todos querían escuchar pero sin el menor compromiso en firme.
Habló de la inminente resolución de los Perte ya en proceso, algo conocido, y de la modificación del Moves para gestar un nuevo sistema de ayudas a la compra de coches eléctricos sin dar más detalles. Un cierre que generó aún más incertidumbres en un sector necesitado de realidades.
El Debate