España y su talón de Aquiles energético: una verdad difícil de asumir
España se posiciona como uno de los países líderes en la producción de electricidad, tanto de origen renovable como convencional. No obstante, su sistema energético presenta ciertas carencias estructurales que lo hacen vulnerable. Por ello, el verdadero desafío que enfrenta actualmente no está en la generación de energía, sino en una realidad incómoda que cuesta aceptar. Veamos de qué se trata.
Lecciones del gran apagón
El pasado 28 de abril, a las 12:33 del mediodía, se produjo un suceso que, aunque improbable, no fue del todo sorpresivo: una pérdida de más del 60 % en la generación eléctrica provocó un apagón que afectó a gran parte del territorio peninsular y a algunas zonas limítrofes de países vecinos. Las consecuencias se extendieron por varias horas y afectaron servicios esenciales como el suministro doméstico, la actividad industrial, el comercio, los sistemas de emergencia y el transporte público.
Este evento dejó en evidencia una debilidad importante en la red eléctrica nacional. La resiliencia de un sistema energético no se mide únicamente por evitar fallos, sino por su capacidad de recuperación ante ellos. Y, en este caso, esa capacidad de reacción no estuvo a la altura, lo que plantea la necesidad de mejorar tanto la gestión como la seguridad de la infraestructura eléctrica del país.
El déficit que España no quiere mirar
Aunque España ha experimentado un avance notable en generación renovable, no ha ocurrido lo mismo con el almacenamiento energético. Según datos de Red Eléctrica Española, la capacidad actual de almacenamiento es de apenas 3.356 MW, muy por debajo del objetivo fijado en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que estima unos 22 GW para 2030.
Esto deja un desfase considerable entre lo que se produce y lo que realmente se puede conservar para su uso posterior. Y no hablamos únicamente de sistemas con baterías; también existen métodos alternativos, como soluciones hidráulicas o innovaciones como la electrónica de potencia o “grid forming”, una tecnología en estudio desde hace años en España.
Este sistema permitiría una red eléctrica más estable y adaptable, capaz de equilibrar cargas entre fuentes renovables y convencionales. Sin embargo, aunque la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) ya ha solicitado su implementación, la Unión Europea aún no ha aprobado su aplicación práctica.
Otra tecnología con gran potencial es la de las microrredes, combinadas con inversores avanzados y baterías de alta densidad. Estas microinfraestructuras pueden operar de manera autónoma y estabilizar tanto la tensión como la frecuencia de toda la red, pero siguen sin contar con un marco legal que las respalde.
Iniciativas gubernamentales
A pesar de que los costes de las baterías están descendiendo —se espera que en 2026 se sitúen por debajo de los 100 dólares por kWh—, la inversión sigue siendo elevada. Por ello, el Gobierno español ha lanzado un plan de ayudas por 700 millones de euros para fomentar el desarrollo de sistemas de almacenamiento. Además, se han introducido incentivos fiscales, como bonificaciones en el Impuesto de Sociedades para el sector industrial.
En conclusión, el reciente apagón ha evidenciado que el verdadero problema en España no radica en el tipo de energía que genera, sino en la falta de capacidad para almacenarla de manera eficiente. Aunque se están realizando esfuerzos e inversiones, el crecimiento en almacenamiento no ha acompañado el aumento de generación. Sin soluciones de fondo, el sistema continuará siendo frágil, pese a su enorme potencial renovable.
Fuente | ecoticias.com