Las baterías de electrolito sólido progresan: los sulfuros metálicos se perfilan como sustitutos del cobalto y el níquel

Los sulfuros metálicos ganan protagonismo como alternativa sostenible en baterías de electrolito sólido

El camino hacia una matriz energética con menores emisiones ha colocado a las baterías de ion-litio en una posición estratégica para la transición energética, tanto en movilidad eléctrica como en aplicaciones de almacenamiento estacionario. Sin embargo, el uso intensivo de materiales estratégicos como el cobalto y el níquel plantea serias preocupaciones en cuanto a sostenibilidad, disponibilidad y coste. Ante esta situación, la comunidad científica explora nuevas direcciones para desarrollar baterías más respetuosas con el medioambiente y de menor coste, enfocándose en sulfuros metálicos de transición como candidatos a materiales catódicos en tecnologías de electrolito sólido.

En un artículo liderado por Grace Whang y Wolfgang G. Zeier, investigadores de la Universidad de Münster y el Helmholtz-Institute Münster, se analizan los desafíos y el potencial de los sulfuros de metales de transición en comparación con las químicas tradicionales de intercalación como NCM (níquel-cobalto-manganeso). Mientras que las baterías de intercalación se valoran por su alta reversibilidad, los sistemas de conversión —como los que emplean FeS₂— permiten reacciones redox multielectrónicas, lo que se traduce en mayores densidades de energía y el uso de materiales accesibles y no tóxicos.

Las baterías con electrolito sólido avanzan: los sulfuros metálicos como alternativa al cobalto y níquel
Figura 1. Desafíos a nivel del material activo y de la celda de estado sólido. Izquierda: se destacan los desafíos del material activo del cátodo, incluyendo los retos interfaciales y electro-químico-mecánicos, tanto para los cátodos de NCM como para los de azufre. Derecha: los desafíos a nivel de la batería de estado sólido, independientemente de la química del cátodo, incluyen la comprensión y optimización de la microestructura para el transporte iónico y electrónico, la porosidad y distribución de los componentes activos y pasivos, y la mitigación de problemas relacionados con las dendritas metálicas y la formación de poros en el lado del ánodo.

Desafíos de integración en celdas de estado sólido

Uno de los principales enfoques del trabajo es el análisis de las barreras tanto a nivel de material activo como de arquitectura de celda. En el ámbito del cátodo, se subrayan dificultades como la estabilidad interfacial y los efectos electroquímico-mecánicos, comunes tanto en compuestos NCM como en cátodos sulfurosos. A nivel de celda completa, los problemas se centran en optimizar la microestructura para facilitar el transporte de iones y electrones, gestionar la porosidad de los componentes y reducir fenómenos indeseables como la formación de dendritas metálicas o poros en el ánodo.

El estudio argumenta que, al tratarse de aplicaciones estacionarias como sistemas de almacenamiento doméstico o de red, las limitaciones de peso y volumen son menos estrictas que en vehículos eléctricos. Esto amplía las posibilidades de adoptar sistemas basados en reacciones de conversión, como los sulfuros metálicos, que funcionan de forma más eficiente cuando se utilizan electrolitos sólidos. Estos, como el Li₆PS₅Cl, ayudan a evitar problemas habituales en sistemas líquidos, tales como la disolución de polisulfuros o el crecimiento de dendritas.

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El potencial del FeS₂ y la ingeniería de materiales

Una parte destacada del artículo se dedica al estudio del FeS₂ (pirita), un compuesto que puede alcanzar capacidades de hasta 894 mAh/g gracias a su proceso redox de cuatro electrones. A diferencia del azufre elemental, el FeS₂ posee una conductividad eléctrica superior, lo que minimiza la necesidad de añadir carbono como conductor, incrementando así la densidad energética global de la celda. El diseño microestructural del cátodo y su acoplamiento con el electrolito sólido se presentan como elementos clave para garantizar un flujo equilibrado de carga y extender la vida útil de la batería.

Ventajas térmicas y nuevas estrategias

Desde una perspectiva térmica y de seguridad, los sulfuros metálicos ofrecen ventajas respecto a los óxidos convencionales. A diferencia de los materiales tipo NCM, que pueden liberar oxígeno bajo condiciones térmicas extremas, los sulfuros no generan gases oxidantes, y algunos, como el FeS₂, ya se utilizan en baterías térmicas operativas a temperaturas de entre 400 y 500 °C, lo que demuestra su alta estabilidad.

El estudio también propone estrategias emergentes como la ingeniería inversa de cátodos de conversión ya litiados, mediante la mezcla mecánica de Li₂S con metales como hierro o cobre. Esta táctica busca evitar la reacción inicial de litación irreversible, lo que permitiría la integración de ánodos sin litio metálico, como el silicio, en futuras configuraciones.

Conclusión

En conjunto, el artículo resalta el prometedor papel de los sulfuros metálicos como una opción sostenible, segura y de bajo coste para las baterías de electrolito sólido de próxima generación, especialmente enfocadas en almacenamiento energético estacionario. Aunque todavía persisten obstáculos técnicos —como la estabilidad de las interfaces o la evolución microestructural durante los ciclos— los autores concluyen que esta vía tecnológica podría ofrecer soluciones más asequibles, seguras y eficientes que las actuales baterías basadas en materiales críticos como el cobalto y el níquel.

Fuente | forococheselectricos.com

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