El abaratamiento de las baterías impulsa la paridad de costes entre coches eléctricos y de combustión
Los precios de las baterías de ion litio, componente esencial de los vehículos eléctricos (VE), han alcanzado mínimos históricos en 2024, lo que representa un punto de inflexión en la evolución de la movilidad sostenible. Según datos de BloombergNEF (BNEF), el precio medio de los paquetes de baterías ha caído un 20 % en el último año, situándose en 115 dólares (105 euros) por kilovatio-hora (kWh), el nivel más bajo registrado hasta la fecha. Este descenso —el mayor desde 2017— se atribuye a los avances tecnológicos, el crecimiento de la producción y la expansión de las baterías LFP (litio-ferrofosfato), más baratas y menos dependientes de materiales críticos como el cobalto o el níquel.
Esta bajada de costes es un hito clave en la transición energética, ya que acerca significativamente el precio de los VE a la paridad con los modelos de combustión interna, lo que podría acelerar su adopción a gran escala. Además, la capacidad de fabricación global supera ya los 3,1 TWh, más del doble de la demanda actual, lo que también ha contribuido al abaratamiento.
España: oportunidad para acelerar la electrificación
En este contexto, España se sitúa ante una oportunidad decisiva para impulsar la electrificación del parque automovilístico. De acuerdo con Faconauto, si se mantienen los programas de ayudas y se amplía la red de recarga, las matriculaciones de vehículos electrificados podrían alcanzar las 250.000 unidades en 2025, lo que supondría el 25 % del mercado.
“La reducción del coste de las baterías es clave para que el coche eléctrico despegue en España. No obstante, el ritmo de adopción depende también de políticas de incentivos estables, una infraestructura de carga más densa y una mayor oferta de modelos asequibles”, señalan desde la patronal.
Pese a los avances, persisten retos en términos de accesibilidad, especialmente fuera de mercados como China, donde los fabricantes locales y las políticas públicas han impulsado una caída más rápida de los precios. En Europa, los elevados costes de producción y la estructura fiscal siguen siendo obstáculos importantes.
Más allá del automóvil: un sistema energético más resiliente
La bajada en el precio de las baterías no solo beneficia al transporte. También tiene un fuerte impacto en el almacenamiento estacionario, fundamental para integrar energías renovables en la red eléctrica. A medida que estos sistemas se vuelven más asequibles, se espera una expansión tanto en hogares como en industrias, lo que reforzará la estabilidad del sistema eléctrico y reducirá la dependencia de los combustibles fósiles.
Aunque la tendencia a la baja continuará, expertos advierten que en 2025 el ritmo podría desacelerarse debido a la volatilidad en los precios de materias primas y al reajuste en la capacidad de producción. Las tecnologías emergentes —como las baterías de electrolito sólido o los ánodos de silicio— prometen mejoras sustanciales a medio plazo, pero su impacto dependerá de la inversión en innovación y de una cadena de suministro más eficiente.
Fuente | faconauto.com