Hace aproximadamente un mes, unos 200 empleados de la emblemática planta de Stellantis en Poissy, situada en las cercanías de París, iniciaron una huelga en rechazo al posible cierre del centro de producción. La protesta paralizó la actividad durante tres horas, lo que se tradujo en una caída del número de vehículos ensamblados: de los 231 previstos solo se completaron 165. Como referencia, la planta de Stellantis en Vigo ensambla unas 2.300 unidades diarias, lo que pone de manifiesto el bajo rendimiento de la instalación francesa, amenazada por la incertidumbre ante el fin de la producción del Opel Mokka en 2027 y la falta de nuevos modelos que aseguren su continuidad.
El personal de Poissy también se movilizó por el creciente rumor de una posible venta del recinto industrial. Pese a que la compañía aseguró que «no existe ningún proyecto de clausura de la planta, ni planes de reducir la producción a corto plazo», la semana pasada el propio fabricante confirmó oficialmente dichos rumores. Durante una sesión extraordinaria del comité social y económico (CSE), la dirección de la fábrica, que cuenta con una plantilla de 2.600 trabajadores y ensambló 88.000 unidades en 2024 (frente a las más de 500.000 de Vigo), reveló que «el grupo mantiene negociaciones» con el Paris Saint-Germain para ceder el espacio a fin de construir su nuevo estadio.
El acuerdo contemplaría la adquisición de las extensas instalaciones industriales —que se extienden por 170 hectáreas— donde históricamente se han fabricado modelos de Peugeot, Citroën y Opel. Esta operación permitiría al club francés levantar su nuevo campo de fútbol en las proximidades del actual Campus PSG, donde el fondo soberano de Catar, propietario del club, ha invertido ya 300 millones de euros con la intención de desarrollar una ciudad deportiva al estilo «PSG-land».
En relación con el interés mostrado por el club finalista de la Champions League, la directiva de Stellantis destacó la envergadura del terreno, que podría acoger «diversas iniciativas complementarias generadoras de empleo», revalorizando así una superficie actualmente infrautilizada por su escaso rendimiento productivo.
Exceso de plantas industriales
Este movimiento se enmarca en un contexto complejo para Stellantis, que atraviesa su momento más delicado desde su creación en 2020, fruto de la fusión entre PSA Peugeot Citroën y Fiat Chrysler. Tras la salida de Carlos Tavares en enero —quien sostenía que en Europa sobran al menos once fábricas de automóviles—, el grupo está a la espera del nombramiento de un nuevo CEO, previsto antes de junio. Según Bloomberg, el principal candidato es Antonio Filosa, actual director para América, seguido por el francés Maxime Picat.
Flexibilización de la normativa de emisiones
Por otro lado, la Unión Europea ha aprobado una modificación normativa que concede mayor margen a los fabricantes europeos frente a la presión ejercida por Estados Unidos y China. El nuevo reglamento contempla que las metas de reducción de emisiones de CO₂ fijadas para los años 2025, 2026 y 2027 se calcularán con base en un promedio de esos tres ejercicios, en lugar de hacerlo de forma anual.
Esto otorga a las marcas un plazo adicional de dos años para alcanzar la reducción del 15 % respecto a los niveles de 2021, inicialmente exigida para 2025, pero que ahora podrá cumplirse hasta 2027. Esta flexibilización responde a una demanda reiterada por parte de los fabricantes, quienes argumentan haber realizado inversiones significativas para cumplir con los objetivos marcados por Bruselas, aunque la caída del 5,9 % en las ventas de vehículos eléctricos durante 2024 ha complicado el cumplimiento del cronograma original. El incumplimiento exponía a las empresas a sanciones económicas considerables, difíciles de asumir para buena parte del sector.
Fuente | lavozdegalicia.es
