La nueva normativa Euro 7 aporta flexibilidad y posterga la prohibición del diésel y gasolina hasta 2035

La decisión que ha tomado la Unión Europea redefine, por completo, el camino hacia la despedida de los vehículos diésel y de gasolina. Y es que, al contrario a la intención inicial de reducir de inmediato las emisiones, la nueva normativa Euro 7 adoptada por Europa aporta flexibilidad y al mismo tiempo posterga las restricciones hasta la prohibición de venta en 2035.

Si bien este cambio se traduce en una mayor tranquilidad para todo el sector de la industria de automóviles, también es un hecho la implementación de nuevas responsabilidades para con los conductores, relacionadas con las emisiones de neumáticos y pastillas de frenos.

Euro 7: flexibilidad en las restricciones

En la práctica, el objetivo inicial de la Unión Europea con respecto a la Euro 7 era disminuir de manera inmediata las emisiones de los vehículos a gasolina y diésel. Sin embargo, la decisión más reciente muestra una actitud más flexible al retrasar las limitaciones hasta el año 2035, fecha en la que se prohibirá la venta de vehículos con motores de combustión interna. Esta modificación tiene como principal objetivo dar a la industria del motor más tiempo para adaptarse a los avances tecnológicos y reducir los efectos económicos de la transición hacia vehículos más ecológicos.

A pesar de que la Euro 7 flexibiliza las limitaciones de emisiones de los tubos de escape, Bruselas sigue manteniendo su postura firme con respecto a otro tema ambientalmente importante: las emisiones producidas por neumáticos y pastillas de frenos.

Es un hecho que, al desgastarse durante el uso, estos componentes liberan micropartículas de goma que se estiman en hasta seis toneladas al año en Europa. De acuerdo con investigaciones, las emisiones de los vehículos nuevos pueden aumentar hasta un 60% en comparación con las emisiones que provienen de los tubos de escape.

Innovación para abordar las emisiones de neumáticos

De acuerdo a lo anterior, tres estudiantes jóvenes, Hanson Cheng, Siobhan Anderson y Hugo Richardson, del Royal School of Art británico, han creado una solución que podría cambiar el juego y que puede servir como una poderosa respuesta a este desafío ambiental.

La invención de estos jóvenes se ubica detrás de los neumáticos y tiene la capacidad de capturar hasta el 60% de las emisiones producidas por el desgaste de los neumáticos. Desde el inicio este proyecto ha sido un éxito. No en vano, ha recibido numerosos premios internacionales y, lo más importante, ha obtenido financiamiento que superó las expectativas iniciales.

Si bien estos jóvenes empresarios tenían un plan de negocios inicial que preveía un gasto de desarrollo de 1,1 millones de euros, han logrado recaudar más de 1,7 millones de euros gracias a su enfoque innovador y la creciente conciencia sobre la importancia de abordar estas emisiones. Este logro sin duda demuestra que la solución propuesta es factible y que la sociedad y las organizaciones están dispuestas a apoyar propuestas que aborden problemas ambientales urgentes.

Más allá de la contaminación: microplásticos y riesgos para la salud humana

Además del impacto ambiental, también se ha demostrado que los microplásticos emitidos por los neumáticos y las pastillas de freno son sumamente dañinos para la salud de los seres humanos.

Según diversos estudios, estos microplásticos pueden ser cancerígenos y muchos de estos desechos se acumulan en el asfalto, mientras que otros se esparcen en el aire o el agua antes de llegar al ser humano y acumularse en el torrente sanguíneo. Este riesgo no solo afecta a los conductores de vehículos convencionales, sino también a los usuarios de vehículos eléctricos, lo que demuestra la importancia de abordar este problema desde una visión integral.

Mientras Europa facilita la eliminación de los vehículos de combustión interna y de gasolina, también aplica medidas rigurosas en un tema crítico para el medio ambiente y la salud humana. El surgimiento de soluciones novedosas como el dispositivo creado por Cheng, Anderson y Richardson enfatiza la necesidad de innovar e invertir en tecnologías que aborden los desafíos ambientales emergentes.

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