Francia veta a los coches eléctricos chinos

El gobierno de la República Francesa se ha cansado de los beneficios fiscales que tienen los fabricantes chinos y ha decidido retirarles las ayudas a la compra por no ser todo lo verdes que se les espera

El crecimiento de China es imparable a nivel vehicular no solo porque las firmas provenientes del gigante asiático son cada vez más numerosas sino porque gracias a las beneficios en los aranceles, es más sencillo que el usuario final opte por una de ellas en lugar de por las europeas. Y es que como ocurre en muchos ámbitos, el cliente final busca que se le dé el mejor producto por el menor dinero y de ahí que marcas como BYD o MG hayan conseguido situarse en los puestos de cabeza de muchos mercados europeos.

Pero hay un país de suma importancia para el Viejo Continente que parece haberse cansado del asedio chino y no es otro que Francia. Porque el gobierno del país vecino ha decidido tomarse la justicia por su mano y a tenor de los beneficios fiscales que ya tiene para entrar el Unión Europea y poder así tener un precio competitivo, ha decidido que quien quiera optar por un coche cero emisiones chino no contará con las ayudas gubernamentales.

No son 100% verdes

Las mismas que hasta el momento ascienden a 5.000 euros (en lo que sería un Plan MOVES francés) y que siguen vigentes para todos los coches eléctricos pero no para los que tengan ADN chino. La razón que destilan desde el gobierno de la República es que ahora se tendrá más en cuenta el ciclo de vida del coche, sus componentes y sus baterías. “Antes sólo nos fijábamos en las emisiones de CO2 durante la conducción pero ahora se dará una puntuación verde a cada vehículo eléctrico como parte de un objetivo más amplio: que las líneas de producción de coches eléctricos vuelvan a Francia y a la Unión Europea”.

No se ha concretado qué es exactamente eso de la “puntuación verde”, pero todo irá enfocado a todo lo que esté relacionado con las emisiones de CO2, sobre todo en el ámbito de la producción de componentes, en la manipulación de materias primas o en la fabricación de las baterías, sin olvidar el montaje y el transporte. Puntos en los que China, actualmente, flojea ya que la mayoría de la electricidad que emplean sus fábricas proviene de energías no renovables, sino del carbón. Si a eso le sumamos la defensa tanto de las marcas como de los gobiernos al ‘producto local’ para evitar que los primeros pongan pies en polvorosa y se marchen a fabricar sus coches en China, la idea del ejecutivo de Macron no suena para nada descabellada. ¿Repercutirá en las cifras? Eso solo el tiempo lo dirá aunque una medida que impulsaría igualmente al Viejo Continente sería permitir a estos fabricantes chinos establecerse o construir plantas europeas, tal y como ya hicieran en su momento Hyundai y KIA o como más recientemente ha hecho Tesla.

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